"Lo insignificante es tan importante como todo lo demás"

Walt Whitman





martes, 27 de abril de 2010

Felicidad, desesperadamente



En todo jardín hay momentos de sequía. El mío las ha sufrido muy serias pero espero poder recuperar y ver su florecimiento, aún tardío, en esta primavera.

También es curioso observar como todo sigue su curso al margen e independientemente de nosotros. Por ende también de nuestros objetivos. Por eso regreso con uno de los últimos libros que he leído y que me ha parecido inspirador: La Felicidad, desesperadamente, de André Comte-Sponville, un filósofo contemporáneo quién hace un par de años dijo en una entrevista que no puedo incluir porque no tengo los datos “en general vivo en lo que en términos filosóficos denomino “la alegre desesperanza”: una vez que hemos entendido que hay cosas que no podemos controlar y que sólo nos espera la muerte, nos damos cuenta de que lo mejor que podemos hacer es disfrutar al máximo de la vida que tenemos”.

El libro plantea una perspectiva de la felicidad muy interesante que relaciona al concepto de esperanza, pero a una esperanza muy particular, una esperanza activa, que busca, que crea circunstancias. Desde el jardín la metáfora es ya un clásico “recoges lo que siembras”. A esa esperanza se refiere y no al acto pasivo de “esperar”, propiamente dicho a que las cosas sucedan porque sí. Pero mejor os dejo con palabras del propio Sponville.

Lo primero que me enganchó fue su contraportada, que aquí os cito
”¡Qué feliz sería si fuese feliz!, Estas palabras de Woody Allen quizá dicen lo esencial: que estamos separados de la felicidad por la misma esperanza que la persigue. La sabiduría, al contrario, sería vivir de veras, en lugar de esperar a vivir. En esa dirección apuntan las lecciones de Epicuro, de los estoicos, de Spinoza, o, en Oriente, de Buda. Solamente tendremos felicidad proporcional a la desesperación que seamos capaces de atravesar. La sabiduría es exactamente eso: la felicidad, desesperadamente”.

“Solo se espera lo que se ignora: cuando se sabe, ya no hay lugar para esperar” (p. 45)

“…lo contrario de esperar es conocer, actuar y amar. Ésta es la única felicidad no fallida. No el deseo de lo que no tenemos o de lo que no es (la carencia, la esperanza, la nostalgia), sino el conocimiento de lo que es, la voluntad de lo que podemos y, por último, el amor a lo que ocurre y que, desde ese momento, ni siquiera necesitamos poseer. Ya no la carencia, sino la potencia; ya no la esperanza, sino la confianza y la valentía; ya no la nostalgia, sino la fidelidad y la gratitud.

Solo esperamos lo que no depende de nosotros; solamente queremos lo que sí depende de nosotros. Solamente esperamos lo que no es; solamente amamos lo que es”. (P.67

“Se trata, en el orden teórico, de creer un poco menos y de conocer un poco más. En el orden práctico, político o ético, se trata de esperar un poco menos y de actuar un poco más. Por último, en el orden afectivo o espiritual, se trata de esperar un poco menos y de amar un poco más”. P.69

Y recuperando sus palabras respecto al amor y a la amistad lo mejor es no esperar nada, no querer (qué implica posesión) y en lugar de eso transformar el amor en un “Me alegra la idea de que existas”.

Comte-Sponville, André (2001): La Felicidad, desesperadamente. Barcelona: Paidós.