Desde pequeña me han encantado los cuentos: escucharlos, contarlos e inventarlos. Creo que son puertas a la imaginación y el aprendizaje, a través de la metáfora nos ayudan a pensar, nos roban una sonrisa e incluso algunas lágrimas... y sobretodo son una forma de crecer, estoy emocionada al ver que han salido del mundo de los niños para despertar el niño que todos llevamos dentro, un niño crecidito y responsable, maduro y a veces refunfuñón. Aquí os dejo un cuento. ¡Qué lo disfrutéis!
–Maestro, ¿qué debo hacer para no ofenderme tan a menudo? Algunas personas hablan demasiado y otras son ignorantes; algunas son injustas y otras me invaden.
–¡Pues vive como las flores!
–¿Y qué es vivir como las flores?
–Pon atención a esas flores –continuó el maestro, señalando unos lirios–. Nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del suelo todo lo que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos. Es justo asumir la responsabilidad de los propios errores, pero no es sabio permitir que los defectos de los demás te incomoden. Es su responsabilidad y no tu culpa. Y si no es tuya, no te guardes la ofensa dentro. Ejercita la virtud de rechazar el mal que viene de fuera y perfuma la vida de los demás haciendo el bien. Eso es vivircomo las flores.
"Vive como las flores" en Jaume Soler y Maria Mercè Conangla(2008) La vida viene a cuento. Relatos de ecología emocional. Ed. Integral: Barcelona. página 198